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Si nos encontramos con un deseo que el mundo no pueda satisfacer, la explicación más probable es que estemos creados por otro mundo.
Si nos encontramos con un deseo que el mundo no pueda satisfacer, la explicación más probable es que estemos creados por otro mundo.
- C.S. Lewis
Lo más que veo del mundo, lo más que me doy cuenta que ese mundo nunca va a ser mi hogar. Por lo lardo que puedo recordar, siempre he anhelado por un lugar donde me pertenezco.
Por supuesto, mi familia y mis amigos son fantásticos, pero a pesar de donde te encuentres en la vida, siempre hay un anhelo por algo más justo afuera del alcance aunque no sea muy claro.
En argentina ese tema seguía aún más fuerte.
Me di cuenta muy rápidamente que no importó cuantas cosas aprendí del idioma y la cultura,
nunca pudiera ser argentino de verdad.
Siempre seria pistas que me identificaron y tiempos de malentendido.
Llegamos al punto que me parecía que las que no intentaban comportarse como un argentino realmente pertenecía más de argentina que yo.
Por ejemplo, un día en el colectivo había un chino sentado a mi lado. Él contestó su teléfono y empezó a hablar en chino. Claro que él no era argentino, pero nadie le prestó atención. Luego, mi teléfono sonó y empecé a hablar en lo mejor acento de castellano que pude. Era un fracaso obvio cuando todo el mundo giró para buscar el gringo “desplazado” en el colectivo.
Aunque conocí muchas personas fantásticas, me dieron un gran bienvenido, me parecía que la iglesia era mi hogar, y vi mejoramientos en mi español me sentí todavía un poco desplazado en el gran mundo.
Supuestamente, por ya haber vuelto a EEUU donde me nací y crecí, pertenezco acá ahora, no?
La verdad es que no puedo identificarme acá ni allá ahora.
Estoy dándome cuenta más y más como he crecido y me ha cambiado. También, cada día sigo dándome cuenta de que hay más aspectos de la cultura estadounidense que quiero cambiar o perder que nunca los presté atención antes.
Me ha dado cuenta de que en cualquier lugar que éste, siempre voy a seguir el viaje — la estancia en un país extranjero hasta que el día cuando llega a casa.
No veo un hogar para mi en cualquier dirección que puedo ver en el mundo. Solamente, encuentro pedazos que son divididos y rotos.
Mirá a Abrahám, mirá a Jacobo, mirá a José, mira a Job, mira a los Israelitas. Todos tenían una etapa de confusión, de espero, de caos. Pero después de todo, Dios vino y cumplió sus promesas
Por la fe [Abraham] se radicó como extranjero en la tierra prometida,
y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob,
herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos,
de la cual Dios es arquitecto y constructor.
Hebreos 11:9-10
Llegué a la conclusión que a pesar de que se parece ser una paradoja, mi búsqueda por la identidad y un lugar donde me pertenezca está dirigiéndome hacia la falta de exactamente esto en este mundo.
Hay demasiado caos y demasiado división para encontrar algo que vale la pena para pertenecer. Pienso que, si algo, veo más claro lo que Pablo dijo, "para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia." Toda la congoja del mundo nos hace anhelar aún más fuerte por lo que va a venir y mientras que estemos acá Dios nos muestra poco a poco como cumple sus promesas.
La falta del encuentro con la idea de pertenencia es precisamente donde necesitaba llegar.
Somos extranjeros acá, ya no hemos llegado a casa, estamos viviendo acá como extranjeros hasta el día de Cristo
Hay esperanza.
Un día estos pedazos rotos van a ser arreglados y unidos.